lunes, 3 de marzo de 2008

Cuando era chico...


Cuando era chico sonaban por todos lados Los Cinco Latinos, por eso la voz de la Raval me trae saudades de niñez, me transporta a momentos difíciles de describir. Por ahí aparece una imagen nocturna, cuando mi cuna estaba en la pieza de mis padres y mamá se dormía con una radio portátil hermosa, que tenía una funda de cuero marrón.
Junto a Los Cinco Latinos aparece el recuerdo del inmenso Chango Rodríguez, que allá por la primera parte de la década del sesenta era el guitarrero de moda (Cuánto hemos retrocedido en materia de artistas populares ¿no? En los sesenta mandaban el Chango y Cafrune, ahora el Chaqueño y Jorge Rojas...)
Luego el Chango fue a la cárcel, creo que por matar a un tipo, y su voz se perdió paulatinamente. Estando preso compuso “Mi luna cautiva”, fijate donde dice “acércate a la reja / sos la dueña de mi alma / sos mi luna cautiva / que me besa y se va”...
Mi infancia también estuvo musicalizada por Violeta Rivas ¡Y cómo! Si la blonda era la Shakira del momento...
Por ahí descubro hoy que también me conmueven los pasodobles y la música española. Obvio, si por aquellos años estaban aún vigentes las “Romerías Españolas” y uno de los lugares más populares era el “Prado Español”.
Vengo de un pueblo con un 70 % de raíces españolas, y eso se notaba en el sonido de los bailes y las fiestas.
Eran tiempos donde, al contrario de lo que pasa hoy, la Radio formaba orejas: Mis primeros encuentros con Mina; Ella Fitzgerald; Los Huanca Hua; Sergio Mendes o Burt Bacharach se dieron en esa radio marrón que aún acompaña a mi madre día a día. En esa misma radio donde mi padre por las noches, antes de irse a dormir ponía las famosa “Onda Corta” creo, sospecho, que buscando noticias del General...
Por las noches cenábamos escuchando “Argentinísima”, el programa ícono de Julio Márbiz.
¡Qué bueno estaba eso!! Sonaba Yupanqui; Chacho Santa Cruz; Robustiano Aráoz; María Elena; Hernán Figueroa Reyes con su “Zamba del cantor enamorado”...
Y por mis hermanos llegaron, con el Winco, Los Iracundos; Palito Ortega; Los Gatos; Sandro; Adamo; Raphael y Abbey Road con Paul descalzo, de traje y con el paso cambiado (Mamá se compró para ella “Estudio Uno” de Mina y “Mon Amour” de Caravelli, que arrancaba con “El mundo que conocimos”.
Naturalmente que también sonaban Los Wawancó y el Cuarteto Imperial. Ya en esa época se despreciaba a la cumbia. A todos los ritmos tropicales se los englobaba despectivamente con el término “Pachanga”, desconociendo entre otras cosas que la Pachanga es un género cubano creado a comienzos de los sesenta pro Eduardo Davidson.
Luego llegaría la adolescencia y el descubrimiento del Rock Sinfónico y luego del Jazz y la música del Brasil para anclar definitivamente en la música tropical con centro y eje en Cuba. Uno fue deambulando por disquerías y por géneros musicales, pero con el convencimiento de que un niño de los sesentas tenía un panorama musical más amplio que hoy. En aquellos años, aún sin internet, cable, TV, Frecuencia Modulada y mp3, se escuchaba música más variada que en la actualidad. Había más oferta.
Vaya curiosidad: cuánto más accesible es la música, sólo se escuchan los Hits. Y hoy un niño no tiene la chance de descubrir por la radio a Louis Armstrong...

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