¿Qué hacía este disco en casa de los suegros de mi hermana? Nunca me lo pude explicar, porque tanto mi cuñado como su hermano no tenían noticias de Blood Sweat & Tears y sus padres, menos aún.
Visto esto desde el 2007 no deja de ser llamativo dado que no ocurrió en Buenos Aires ni en una ciudad importante, para nada. Esto pasó en Salliqueló, un pueblo de 7000 habitantes y en tiempos donde los diarios llegaban al día siguiente, donde para ver tele había que montar una antena de 20 metros y rogar que estuviese nubladón para sintonizar los canales 7 y 9 de Bahía Blanca y para comunicarse por teléfono a larga distancia, había que solicitar la comunicación a las 10 de la mañana para, con suerte, hablar a las 17.00.
Fue un domingo de 1976 o 1977 que lo vi en una de esas típicas parrillas para Long Plays, que estaba debajo del televisor. Pregunté si me lo prestaban y me lo llevé para transformarlo en uno de los discos que más escuché entre los 15 y 20 años.
Ya por casa había pasado el famoso disco de 1969 de Blood, Sweat & Tears, el de “La Rueca” y “Me hiciste tan feliz” merced a Eduardo Falcón, que se lo había prestado a mi hermano Oscar.
El caso es que con B,S & T tuve mis primeros acercamientos al jazz o si se quiere a un sonido jazzero. Me deslumbró desde el vamos el trío de vientos (Saxo, Trompeta y Trombón), las variaciones en el ritmo, los arreglos y, por supuesto, David Clayton Thomas con su voz de vaquero y pose se Sheriff...
(Veintipico de años después, en un reportaje que le hice a Bernardo Baraj en la efímera FM Original del barrio de Núñez, me enteré que Blood, Sweat & Tears había sido el modelo bajo el que se constituyó el memorable conjunto “Alma y Vida”. Bernardo me contó que los integrantes del grupo eran la banda operativa de Leonardo Favio y que al descubrir en Uruguay el LP de 1969 de B, S & T se les había partido la cabeza. Como al poco tiempo Favio hizo un parate para filmar una película, los músicos aprovecharon para constituirse como banda y así nació Alma y Vida (Baraj, Barrueco, Carlos Mellino, Gustavo Moretto, Villalva y Hualde, tremenda formación)
Vuelvo al LP “3” de B, S & T. Contiene temas inolvidable como “Lucrecia Mc Evil”; “Someyhing’ Coming’ On” y la tremenda “Sinfonía para el Diablo” 7 minutos con 49 segundos de suspenso que sirvieron para fijar mi devoción por el sonido del trombón (de esto hablaremos en otro momento)
¿Y qué pasa cuando se vuelve a escuchar este disco 30 años después? Pasa que uno siente que fue un privilegiado al degustar en plena adolescencia esta música y pasa también que en esta placa están muchas de las tendencias que luego irían confeccionando sus “papilas auditivas”.
Cierto es que con tanta música escuchada desde aquellos años hasta el presente ahora se nota que los pibes pegaban arreglos jazzeados a veces en cualquier lugar, pero lo hacían con gracia. Por ejemplo en el tema “He’s a Runner”, que empieza como una balada lenta, le meten un arreglito de trío de jazz bellísimo, bién en el estilo de Oscar Peterson pero que no tiene absolutamente nada que ver con el tema (Como Almendra en “A estos hombres tristes” o las mudanzas jazzeras que se pegaba Ara Tokatlian con los Arco Iris en los setentas).
Algo es cierto, para la media del rock de entonces la gente de B, S & T tenían una muy buena formación musical, incluso esto lo remarca el alemán Joachim E. Berendt, uno de los tipos que más sabe de Jazz en todo el mundo.
No me cabe duda que mas tarde o mas temprano se volverán a escuchar estos discos pues los pibes buscan, hurguetean y saben valorar la música que hizo historia.
Visto esto desde el 2007 no deja de ser llamativo dado que no ocurrió en Buenos Aires ni en una ciudad importante, para nada. Esto pasó en Salliqueló, un pueblo de 7000 habitantes y en tiempos donde los diarios llegaban al día siguiente, donde para ver tele había que montar una antena de 20 metros y rogar que estuviese nubladón para sintonizar los canales 7 y 9 de Bahía Blanca y para comunicarse por teléfono a larga distancia, había que solicitar la comunicación a las 10 de la mañana para, con suerte, hablar a las 17.00.
Fue un domingo de 1976 o 1977 que lo vi en una de esas típicas parrillas para Long Plays, que estaba debajo del televisor. Pregunté si me lo prestaban y me lo llevé para transformarlo en uno de los discos que más escuché entre los 15 y 20 años.
Ya por casa había pasado el famoso disco de 1969 de Blood, Sweat & Tears, el de “La Rueca” y “Me hiciste tan feliz” merced a Eduardo Falcón, que se lo había prestado a mi hermano Oscar.
El caso es que con B,S & T tuve mis primeros acercamientos al jazz o si se quiere a un sonido jazzero. Me deslumbró desde el vamos el trío de vientos (Saxo, Trompeta y Trombón), las variaciones en el ritmo, los arreglos y, por supuesto, David Clayton Thomas con su voz de vaquero y pose se Sheriff...
(Veintipico de años después, en un reportaje que le hice a Bernardo Baraj en la efímera FM Original del barrio de Núñez, me enteré que Blood, Sweat & Tears había sido el modelo bajo el que se constituyó el memorable conjunto “Alma y Vida”. Bernardo me contó que los integrantes del grupo eran la banda operativa de Leonardo Favio y que al descubrir en Uruguay el LP de 1969 de B, S & T se les había partido la cabeza. Como al poco tiempo Favio hizo un parate para filmar una película, los músicos aprovecharon para constituirse como banda y así nació Alma y Vida (Baraj, Barrueco, Carlos Mellino, Gustavo Moretto, Villalva y Hualde, tremenda formación)
Vuelvo al LP “3” de B, S & T. Contiene temas inolvidable como “Lucrecia Mc Evil”; “Someyhing’ Coming’ On” y la tremenda “Sinfonía para el Diablo” 7 minutos con 49 segundos de suspenso que sirvieron para fijar mi devoción por el sonido del trombón (de esto hablaremos en otro momento)
¿Y qué pasa cuando se vuelve a escuchar este disco 30 años después? Pasa que uno siente que fue un privilegiado al degustar en plena adolescencia esta música y pasa también que en esta placa están muchas de las tendencias que luego irían confeccionando sus “papilas auditivas”.
Cierto es que con tanta música escuchada desde aquellos años hasta el presente ahora se nota que los pibes pegaban arreglos jazzeados a veces en cualquier lugar, pero lo hacían con gracia. Por ejemplo en el tema “He’s a Runner”, que empieza como una balada lenta, le meten un arreglito de trío de jazz bellísimo, bién en el estilo de Oscar Peterson pero que no tiene absolutamente nada que ver con el tema (Como Almendra en “A estos hombres tristes” o las mudanzas jazzeras que se pegaba Ara Tokatlian con los Arco Iris en los setentas).
Algo es cierto, para la media del rock de entonces la gente de B, S & T tenían una muy buena formación musical, incluso esto lo remarca el alemán Joachim E. Berendt, uno de los tipos que más sabe de Jazz en todo el mundo.
No me cabe duda que mas tarde o mas temprano se volverán a escuchar estos discos pues los pibes buscan, hurguetean y saben valorar la música que hizo historia.
1 comentario:
Disculpá, solo quería saber si los discos se pueden bajar. Si la respuesta es afirmativa, no encuentro como. Te agradecería me informes a nipymes@hotmail.com
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