Vicentico Valdés me suena antiguo, pero bellamente antiguo. Seguramente porque sonaba mucho en las radios cuando yo era pequeño.
Un día descubrí su versión de “Los aretes de la luna” y caí en una conclusión de perogrullo: “Canta como los dioses”...
Y sí, se cantaba la vida y se afinaba todo. Por sobre todas las cosas era un cantante muy fino, muy delicado que dejó versiones indelebles de obras como “Decídete mi amor”; “Envidia” y hasta una exquisita versión abolerada del tango “El último café” de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo.
Si hay voces que remiten a los cincuentas, creo que junto a Tito Rodríguez, Vicentico forma una pareja sin igual.
En este Long Play, cuya tapa ilustra el post, lo encontramos acompañado, entre otros, por músicos de la talla del panameño Vitín Paz y el cubano “Chocolate” Armenteros (dos de los mejores trompetistas de todos los tiempos en la música tropical); Bobby Rodríguez en el bajo y José Mangual en los bongoes. Y por si fuera poco, los arreglos y dirección están a cargo del maestro René Hernández, quizá uno de los músicos más sólidos que diera Cuba en el siglo pasado.
Y en esta placa Vicentico engalana una de las obras más asquerosamente lúmpenes de la historia: “Negro de sociedad”, donde el protagonista le pide a su negra que no baile bien la Conga porque “se le va a notar el barrio” y el es un negro fino... (El tema es gracioso pero da un asco...) y hace una versión muy sabrosa de “Cumbia que se va de ronda”, aunque se nota que la cumbia no es cosa fácil para músicos no colombianos.
Un consejo: Si querés saber de qué se trata el bolero, o si te interesa encontrar argumentos de peso para ratificar que Luis Miguel no existe, salí de ronda por las casas de usados y buscá LPs de Vicentico Valdés.Después me contás.
Un día descubrí su versión de “Los aretes de la luna” y caí en una conclusión de perogrullo: “Canta como los dioses”...
Y sí, se cantaba la vida y se afinaba todo. Por sobre todas las cosas era un cantante muy fino, muy delicado que dejó versiones indelebles de obras como “Decídete mi amor”; “Envidia” y hasta una exquisita versión abolerada del tango “El último café” de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo.
Si hay voces que remiten a los cincuentas, creo que junto a Tito Rodríguez, Vicentico forma una pareja sin igual.
En este Long Play, cuya tapa ilustra el post, lo encontramos acompañado, entre otros, por músicos de la talla del panameño Vitín Paz y el cubano “Chocolate” Armenteros (dos de los mejores trompetistas de todos los tiempos en la música tropical); Bobby Rodríguez en el bajo y José Mangual en los bongoes. Y por si fuera poco, los arreglos y dirección están a cargo del maestro René Hernández, quizá uno de los músicos más sólidos que diera Cuba en el siglo pasado.
Y en esta placa Vicentico engalana una de las obras más asquerosamente lúmpenes de la historia: “Negro de sociedad”, donde el protagonista le pide a su negra que no baile bien la Conga porque “se le va a notar el barrio” y el es un negro fino... (El tema es gracioso pero da un asco...) y hace una versión muy sabrosa de “Cumbia que se va de ronda”, aunque se nota que la cumbia no es cosa fácil para músicos no colombianos.
Un consejo: Si querés saber de qué se trata el bolero, o si te interesa encontrar argumentos de peso para ratificar que Luis Miguel no existe, salí de ronda por las casas de usados y buscá LPs de Vicentico Valdés.Después me contás.
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